Si queremos una organización igualitaria, hay que empezar por el ingreso de las personas trabajadoras en la misma. Tanto si es la propia empresa la que aborda los procesos de reclutamiento, como si lo deja en manos de personas expertas externas, debe asegurarse de que el proceso estará libre de prejuicios sexistas para poder garantizar la igualdad de oportunidades y no discriminación para todas las personas candidatas.
¿Cómo se puede conseguir que los procesos sean lo más neutros posible, para atraer y retener el mejor talento disponible?
Dejamos aquí algunas directrices:
Garantizando acciones formativas dirigidas al equipo (preferiblemente mixto) interno o externo (preferiblemente mixto), en técnicas de selección no discriminatorias.
Teniendo una definición neutra de los puestos de trabajo (con requisitos y tareas).
Evaluando a las personas que concurran a los procesos de selección en base a los requisitos del puestos con objetividad, transparencia e igualdad de oportunidades.
Haciendo un análisis ciego de los curriculums vitae.
Basando la selección en el mérito y las competencias para el desempeño del puesto de trabajo y no el sexo, edad u otras circunstancias personales o familiares.
Uso de parámetros e indicadores objetivos para medir la adecuación de las personas candidatas al puesto de trabajo.
Analizando los resultados de las distintas candidaturas (hombres/mujeres)
Si aparecen indicios de discriminación indirecta, poner en marcha medidas de acción positiva.
Teniendo especial cuidado en el uso de un lenguaje e imágenes no sexistas, ni estereotipadas.
Proyectando cara el exterior la importancia que se le da en la organización a la igualdad de trato y oportunidades en el ámbito laboral, para conseguir que el género subrepresentado en la empresa, departamento o puesto de trabajo, se presente a futuras convocatorias.
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