Lo que podría constituir un elemento de contribución al desarrollo de Galicia como son las autopistas -para la vertebración del territorio tanto dentro de la comunidad como con su exterior- se ha convertido en un lastre para la competitividad de nuestras empresas porque hay algunos puntos de nuestra geografía que se están quedando aislados por culpa del precio de los peajes.
Y es que por un lado somos la comunidad que más kilómetros de autopistas de peaje tenemos del territorio nacional mientras que por otro son en su conjunto unas de la más caras de España.
La organización empresarial gallega considera esta realidad de total injusticia. No es de recibo que los peajes de las dos autopistas estatales en Galicia sean los únicos que hayan subido este año por encima del 2% en los tramos principales dentro de una misma provincia, y que se encuentren entre las tarifas más altas por kilómetro recorrido de toda España.
Así las cosas, también tenemos que congratularnos de que nuestra comunidad acaba de dar un paso crucial para gestionar su principal vía de comunicación gracias a que el Congreso de los Diputados haya decidido tomar en consideración hace unos días la propuesta unánime del Parlamento gallego para que se traspase a la Xunta la Autopista del Atlántico (AP-9). Y es que esta realidad supondría no solo la titularidad y competencias del Ejecutivo autonómico sobre el régimen de concesión de la vía, sino también el de las funciones y servicios ejercidos hasta ahora por el Estado, permitiendo poner fin o rebajar el precio de los peajes que cobra la empresa concesionaria.
