Basta de poner etiquetas, adjudicar uniformidades y fijar patrones estáticos de lo políticamente correcto.
Consigamos una sociedad igualitaria, en la que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades, que ellas puedan optar a papeles relevantes en todos los ámbitos de la actividad económica y productiva de nuestro país.
Cómo se vistan o qué tipo de calzado utilicen no es lo importante, sino que puedan elegir de forma voluntaria, libre y personal, de acuerdo con sus preferencias, no como una imposición que las obligue a adaptarse y cumplir con los cánones políticamente correctos en cada momento...